LA ESCULTURA
Cada escultura es un paso más que se deja grabado en el solitario sendero del tiempo… Las esculturas son como semillas de esperanza que vuelan desde la ruda mano del escultor para germinar y cobrar vida propia. Una tarea muy dura, pero honesta… Una lucha solitaria, pero redentora.
En un mundo agitado y herido, nada es tan estimulante como el arte que nace libre, espontáneo, sin credo, sin color, sin raza… Sin otro anhelo que el de llevar un mensaje estético a los hombres.
Mi mayor goce en la escultura, es sentir que de cada material que enfrento, nace una forma sintetizada y pura, sabiendo que allá adentro, muchas ideas toman forma y se estrujan por ver la vida… Cerrar los ojos y mirar dentro de mí todo un mundo que se agita ansioso y me inspira a trabajar hasta el cansancio, sin otra esperanza que la de realizar una obra que he sentido plenamente.
Unas cuantas líneas, unos cuantos planos y volúmenes y dentro de esa sencillez una idea, un sentimiento. Esa es mi escultura… El fruto de un trabajo comprometido conmigo mismo que realizo con sinceridad, porque nada hay que recompense y fortalezca más en la vida que aquellas cosas sencillas, pero que se alcanzaron honestamente.