LA ESCULTURA
La Escultura es una metáfora vertida en el vaso de la forma tridimensional… El artista es un poeta trovador que canta y comunica su visión y sentir plasmados en la carne de un material que olvida su primigenia condición, para encarnar valores virginales y recónditos… El material sensibilizado por la mano ardiente del ardido creador, hace brotar la obra preñada de voces comunicadoras que surcan el espacio en busca del espectador con quien dialogan a voces desde la esencialidad de su silencio. Es puente trascendental por donde el yo encuentra y se funde con el tú, y éste, sin perder su condición unitaria trasciende al yo.
Las formas se imbrican y escalan los muros del tiempo como hiedra perenne. Son la simbología particular del creador que sugiere, incita y dice sin decir lo que sin decir se dice. Buscan el oído atento y la pupila exigente, apelan a la sed de los lectores de quienes demandan objetividad y responsabilidad.
La escultura nace y queda ahí como un surtidor iridiscente. Pregona su poesía como el árbol entre la niebla, sin la mortal palabra o la gratitud del balbuceo estéril. Regala su melodía como el viento. Como la fuente serena refleja la áurea interioridad del autor; testigo del sereno moler de los molinos del tiempo que moliendo se muelen y se demuelen para recomponerse hasta el infinito.